Antes que nada quiero
agradecer a José Díaz, a la Fundación Vivían Trias, a Luis Vignolo , Roberto
Saban, al PIT/CNT por recibirnos en nuestra casa, a Ivonne Trías y Universindo
Rodríquez por haber registrado en un valiosos libro la trayectoria y la vida de
Hugo Cores que nos a resultado un invalorable aporte.
Nos
pareció que era importante a partir de esta interesante iniciativa de la
Fundación Vivían Trias que nos propone reflexionar sobre la actuación y el
pensamiento de Hugo Cores, anotar que ella es posible realizarla desde múltiples
líneas de análisis. Entre ellas hay dos que nos parecen de fundament
importancia
Una
de ellas es la relación de la trayectoria de Hugo Cores y su tiempo. Es decir,
las distintas etapas históricas en que trascurrió su vida en sus múltiples
facetas de militante libertario, su evolución hacia el marxismo libertario, su
condición original de militante estudiantil y posteriormente del movimiento
sindical y la de su permanente organicidad en una vertiente política que
confluyó en la formación y el desarrollo del Partido por la Victoria del
Pueblo.
En
ese sentido, además de lo que desarrolló Sara y Constanza, quiero empezar recordando
lo que Constanza escribió en el prologo del libro “Hugo Cores La memoria
Combatiente” al respeto:“Hugo Cores vivió esta
parte de la historia, y reflexionó sobre ella en sus últimos escritos, así como
desde su práctica política. Pero estas reflexiones están enmarcadas en un
análisis más estructural y de más largo aliento sobre la sociedad uruguaya”.
La
otra línea de análisis, muy necesaria para el qué hacer de hoy, es transitar
por algunos de los problemas y desafíos políticos a los que Cores le prestó
especial atención.
Cuando
decimos que le prestó especial atención - en el caso de una personalidad como
la de él-, debemos entender que sobre ellos reflexionó intelectualmente y qué
también actuó. En torno a algunos de esos desafíos, han ocurrido en estos pocos
años trascurridos desde su temprana muerte, algunas cosas importantes que son
una suerte de prueba del nueve para su pensamiento.
Una
lectura de las resoluciones de todos los Congresos del Frente Amplio, de sus
plataformas electorales y medidas de gobierno, es posible contactar que la
importancia de los derechos humanos articulados sobre los desafíos democráticos
y la identidad de la izquierda en torno a ellos, últimamente han tomado un
papel preponderante y fuera de discución.
Eso,
salvo en los primeros años de la restauración democratica, era un trabajoso y
muchas veces infructuoso esfuerzo.
Mientras
que la línea de análisis que desarrolló Sara (y también Constanza), es
fundamental para entender y explicar el desarrollo y la evolución de su
pensamiento, esta otra vertiente que intentaremos desarrollar nosotros, es
importante para evaluar lo hecho por los dos gobiernos de la izquierda y tener
una agenda de lo más rigurosa posible sobre los desafíos que quedaron
pendientes.
Es
cierto, que realizar cualquiera de esas dos opciones en profundidad, supera las
posibilidades de este conversatorio.
Permítanme
decirles que para nosotros, intentar rescatar las claves de su pensamiento y
de su acción política es en primera
instancia sentir la profundidad de su ausencia. Lo dijimos ya en otras
oportunidades que debimos referirnos a él, que esa reflexión no puede ser un
inofensivo e incontaminado ejercicio puramente intelectual. Nace de nuestras
perplejidades políticas, de nuestros transitorios desalientos y la necesidad de
continuar luchando por las utopías.
Cores al inicio de su libro El 68
uruguayo, trascribe de Prosper Olivier Lissagarat el autor de la “Historia de
la Comuna de Paris” esta reflexión.
“Quién entrega al pueblo falsas leyendas
revolucionarias, quién lo entretiene con historias melodiosas, es tan criminal
como el geógrafo que levantara mapas mendaces para los navegantes”.
En
el libro sobre el 68 uruguayo, Cores analiza los cambios producidos en el
Uruguay en el gobierno semi-dictatorial de Pacheco, expresando que esos cambios
“constituían un corte profundo en la
historia del Estado y de la sociedad uruguaya” que “marcaban definitivamente en fin de una época caracterizada por
determinados equilibrios y contradicciones”.
Es
sobre ese corte profundo, desde donde Hugo construyó una línea de acción y
reflexión política con algunas características que importa destacar. Cores reflexiona
sobre esa encrucijada de los años 60, aclarando que como todo acontecimiento
histórico aquel era irrepetible en su contingencia y en su singularidad, pero
que sin embargo la acción que en ellas desarrollaron los distintos
protagonistas, debian ser valorados en sus aciertos y errores, porque, atrás de
ellos existían puntos de referencia teóricos, de concepción política, que era
interesante examinar.
En razón de eso que aconsejaba Cores, el
preguntarnos hoy ¿qué pensaría él? ,¿Cuál sería su acción política en los
desafíos actuales?, puede ser un ejercicio interesante si tenemos en cuenta esa
reflexión de alguien que no era solamente un intelectual orgánico, sino también
un hombre de acción. Él, los caminos que señalaba, los recorría estando en la
primera línea de acción. Por eso el desafío para quienes pretendemos
desarrollar una acción de política transformadora de la realidad, es tener en
cuenta las herramientas teóricas que nos dejó y con ellas pensar y resolver
desde su contingencia y su singularidad, las dilemas actuales.
Para el pensamiento siempre provocador
de Cores, la izquierda había empobrece su pensamiento al caer muchas veces en
la tentación fácil que le ofrecen ciertos moldes teóricos intocables, fuera de
todo cuestionamiento. Esas prácticas, sostenía, conducen indefectiblemente a
que cuando la realidad no entra en ellos, en vez de cuestionar esas estructuras
de pensamiento, se imagine la realidad política que más le conviene a esos
moldes teóricos.
Cores
además de ser un hombre de partido y de un partido que había pagado muy caro
algunos de sus errores, sentía la imperiosa necesidad de captar la
individualidad de cada uno de los desafíos.
Hablar
de Cores, es entonces rescatar esa preocupación y ese accionar en el marco de
una herramienta política, el partido que él contribuyo a fundar y darle
continuidad.
A riesgo de ser esquemáticos pero con la
intención de no hacer muy extensa nuestra intervención nos referiremos a
algunos hechos y los miremos a partir de su pensamiento, de sus preocupaciones
políticas.
En ese marco se planteaba constantemente
la pregunta sobre cuáles eran los objetivos que tenía la izquierda, tanto en su
lucha contra la dictadura, a partir de su derrota y de la conquista del
gobierno. En torno a esas preocupaciones estuvo siempre presente la importancia
que debía jugar la lucha por los derechos humanos y contra la impunidad.
Desarrollo una intensa actividad en ese
sentido, muchas veces contra otros pensamientos y otras prioridades dominantes
en la izquierda.
Ese aspecto no menor en la trayectoria
de Cores y en el aporte conceptual sobre el tema es interesante de profundizar.
Para ello en algún momento habrá que
detenerse en el desarrollo, la trayectoria, el perfil histórico que este
tema adquirió para el PVP y para las distintos vertientes de la izquierda uruguaya. Los debates del
Congreso Alfredo Zitarrosa, son una muestra de ese problema.
En
una entrevista que le realizaron en el 2006, Hugo relata su llegada a Francia,
su denuncia ante el Tribunal Russel en enero de 1976: Allí consigan un aspecto
importante y que tiene que ver con ese aspecto a los que él contribuyo. Él
consigna que en aquellos momentos La tortura era la principal preocupación que tenían, no se había aún tomado
conciencia de que se estaba empezando a emplear la desaparición sistemática de
personas. Relata que a partir de una estrecha relación con juristas franceses,
italianos, holandeses, belgas y españoles,que tenían que ver con la movida
democrática en España, se fue configurando algo que para él fue muy importante,
una estrecha relación con esa gente que
sabía de los fundamentos humanistas, ideológicos y jurídicos de la lucha contra
el terrorismo de Estado. Cores pone el acento en dos de ellos especialmente, en
Lois Joinet un magistrado y Presidente
de la asociación de magistrados de Francia y Jean Luis Weill un abogado
de los sindicatos franceses. En ese testimonio dice que esos juristas y
especialmente esos dos, fueron los que le ayudaron a él y al PVP a
entender lo que eran los terrorismos de
Estado, cómo operaban, etc. Dice que esa relación les había permitido empezar
un ciclo de denuncias de denuncias que contribuyó a el aislamiento de la
dictadura, al mismo momento que se iban familiarizando acerca de cómo
compatibilizar lo que era entonces sus visiones socialistas, libertarias y
marxistas con una formulación humanitaria que era una línea de pensamiento de
otra , que era otra vertiente de pensamiento. Esa parte del pensamiento que
aprendieron en Europa, de Joinet y de Weill venía de un pensamiento de
izquierda. Esos juristas no eran, dice Cores, abogados que vinieran de la
ideología, del pensamiento burgués, no era un humanismo burgués, era otro
humanismo que tenía una raíz libertaria y sindical. Era un pensamiento que
tenía mucho que ver con el sindicalismo combativo francés de aquellos años.
Eso, sostenía Cores, les había permitido ir elaborando un discurso que fue desarrollándose después,
logrando una coherencia mayor.
Denunciar
todo lo que implicaba el terrorismo de Estado en el Uruguay, que con las
primeras denuncias de Enrique Rodríguez Larreta y Washington Pérez, se desnudó
como la dictadura había puesto todos los mecanismos del Estado para cometer el
secuestro de decenas de integrantes del PVP, y vincularlo a ese desarrollo de
aquel pensamiento, contribuyo sin duda a ir aislado a la dictadura y construir
un pensamiento, una línea de razonamiento que desde posiciones de izquierda
vincula la lucha por los derechos humanos con los desafíos de la lucha
democrática. Esa batalla de ideas, hoy ha ido avanzando, pero con dificultades
en el terreno político y en el terreno judicial.
Muchos
aspectos de aquella operación criminal del estado terrorista, aun esperan
justicia, porqué aún cuesta aceptar por muchos de los que imparten justicia que
esa concepción jurídica, ética y política de los derechos humanos se ha
internalizado en el mundo.
Se sigue ignorando que en aquellos
hechos criminales estaba la marina, el ejército, la aviación, los funcionarios
de los aeropuertos, la justicia militar y los servicios de prensa movilizados
para darle cobertura a los secuestros, las desapariciones, los traslados
clandestino y la tortura.
Permítanme
recordar algo importante para nosotros y seguramente para muchos de los aquí
presentes que no podemos omitir al hablar de Hugo Cores. Dentro de dos días, el
26 de julio, se cumplen 39 años de la fundación de la organización política a
la que Hugo entrego sus mejores esfuerzos. En aquel 26 de julio de 1975
culminaba un esfuerzo político importante de un grupo de gente, que lejos del
país, de sus familias, con decenas de sus compañeros en las cárceles de la
dictadura. Se trataba de un esfuerzo pensando para derrotar a una dictadura.
De ese grupo de entrañables
compañeros, Hugo decía que era un grupo humano que tenía influencias
ideológicas matizadas y solidaridad personal, incorporándole al juicio político
un aspecto que nunca debemos olvidar: eran personas, seres humanos con valores.
Esa dimensión de lo humano estaba muy
presente en el pensamiento de Hugo. Lo estuvo cuando se refería a la influencia
determinante que a fines de los años 50 les produjo a él, a Gerardo y otros
compañeros la revolución cubana y la presencia en Uruguay de Fidel Castro. Cuando cuenta el acto en la Explanada donde escucharon
por primera vez a Fidel, dice que sintieron un impacto profundo, que había sido
un acontecimiento impactante desde el punto de vista emocional, y renglón
seguido, de la reflexión desde los sentimientos, la la reflexión política
cuando dice que en la revolución cubana había una visión distinta a la
embotellada por la Union Soviética y que valía la pena seguir pensando sobre
eso. En ese marxismo de la primera etapa de la revolución cubana
vimos un marxismo distinto al stalinismo y al pasteurizado de la
socialdemocracia europea.
Aun cuando
intenta explicar las razones por las que en las condiciones extremas que se
vivían en la Argentina, la inmensa mayoría del PVP permaneció en la Argentina
hasta su exterminio, Hugo incorporaba el factor humano de esa decisión: Dice
que quienes siguieron allí, estaban animados por el impulso emocional de los compañeros torturados y asesinados y
que en ese contexto la carga emocional era muy fuerte y la perentoriedad era
actuar, continuar la lucha desde allí.
Recordar hoy esa fecha,
implica para nosotros siempre recordar a los compañeros que no están porque la
patota criminal de la dictadura, creyó que eliminando su presencia física tan
cargada de significados, instalaba en aquellos momentos y los del futuro, el
miedo y la derrota.
Sin embargo están presentes con
ese ejemplo de vida y de muerte, tan necesario tener en cuenta en estas épocas,
a veces, poco propicias para abordar en su justo término el pesado pasado de
nuestra historia.
Evocar a los compañeros que
cayeron en ese compromiso que no tuvo más límites que su entrega total, era
para Hugo una obligación que siempre le causaba un hondo y profundo dolor. Y
porque no tuvo límites, Hugo siempre los tenía presente. Presentes en la
renovación del compromiso que siempre mantuvo en cada una de los desafíos que
debió enfrentar en su luchan por un mundo nuevo,
Este modesto pero importante acto
de juntarnos para reflexionar o recordar juntos, o simplemente para sentirnos
juntos a la figura de Hugo Cores, debe ser un acto de comunión que siempre es
imprescindible establecer con nuestra mejor historia.
El hablar, el poder mirarnos a la
cara, el no renunciar, el mantener la mira en alto y el soñar con la utopía,
siempre fue para Hugo y debe ser para nosotros el más íntimo y sentido homenaje
que podemos brindarle a él y a todos los compañeros- que nos precedieron y nos
dejaron una bandera bajo la cual ondear nuestras esperanzas.
Hugo perdió muchas batallas, la
de la asamblea constituyente y la ruptura democrática de la salida de la
dictadura, la de la oposición al Pacto del Club Naval y otras.
Pero también gano otras muy
importantes, entre ellas contribuyó a que la operación para que no se revisara el pasado fracasa.
Desde la organización
política de la que fue durante muchos años, hasta su temprana muerte, su
secretario general, quiso seguir mirando el pasado, porque quería ver el
presente y poder pensar el futuro de victoria.
Esas son aún hoy las
dimensiones de sus luchas y su pensamiento. Esas son las banderas que siguió
levantando con dignidad y con argumentos, aún en periodos- a veces más largos
que los deseados y recomendados para la salud democrática en el Uruguay.
Siempre, cual profunda e
incontenible corriente subterránea, el ejemplo de Hugo será uno de los modestos
cauces por donde irrumpirá e inundara a la sociedad los anhelos más profundos
de justicia.